Novena a Sor María de Ágreda
Oración preparatoria para todos los días
¡Oh Virgen Inmaculada, santuario de la divina Trinidad! Tú eres la reina y madre de todos los santos. Tú eres el ejemplar en el cual, por obra del Padre, del Verbo y del Espíritu Santo, todos los santos son contemplados amorosamente en el interior más hondo del ser divino. Tu Concepción Inmaculada, largos siglos sólo parcialmente revelada a la Iglesia, fue por fin, manifestada en todo su esplendor por una hija especialmente llamada a esta misión. Madre Inmaculada, tú eres junto con Jesús toda la razón de ser de la santidad extraordinaria y la sublime misión de la Ven. Sor María de Jesús de Agreda. A ti vengo en los días de esta novena a llenarme de lo que llenaba tu alma, a caminar siguiendo -¡aunque de lejos, muy de lejos!- tus huellas admirables. ¿Por qué has querido que un día cualquiera de mi vida llegase a conocerte? ¿Por qué has querido ponerme en contacto con tu vida? ¿Para qué has suscitado en mi interior esta inexplicable querencia por tu persona, tu obra, tu misión? Aunque nada entienda de lo que en mi vida sucede con tu persona, hoy me pongo ante tus plantas para iniciar esta novena. No sé a ciencia cierta lo que voy a pedirte, ni lo que voy a decirte, ni lo que de esta novena voy a obtener de ti. Sólo me siento impulsado/a a empezar estos nueves días de intimidad contigo en la Trinidad, por medio de tu Madre y Madre mía Inmaculada, la Virgen María. Tú que has hecho brotar en mi alma el deseo de comenzar esta novena, haz que sea constante para terminarla, y concédeme aquellas gracias para mí desconocidas, para cuya concesión tú me has inspirado para que comenzara tan inexplicablemente esta Novena en tu honor y en honor de la Virgen Inmaculada y de toda la Trinidad.
Oración final para cada día
¡Oh Santa Trinidad que os complacisteis en otorgar las más grandes muestras de gracia y de bondad para con vuestra fiel servidora la Ven. Sor María! Os doy las más rendidas gracias por los beneficios con que la distinguisteis a lo largo de su vida, y los prodigios con que habéis manifestado su santidad después de la muerte. También yo quiero beneficiarme de esa predilección vuestra con la admirable virgen de Agreda. Otorgadme también a mí la gracia de llegar a aquel grado de gracia y santidad a que me habéis predestinado. Que mis pecados y continuas infidelidades no impidan la realización de vuestros maravillosos designios sobre mi vida. Perdonad todos los pecados que he cometido a lo largo de mi vida, y concededme la gracia de que esta novena me ayude para la consecución de la eterna felicidad en el cielo. Amén.
Día Noveno: Santa Beatriz de Silva
¡Grande Santa, fundadora de la admirable Orden de la Concepción Inmaculada de María! Tú fuiste siempre la madre querida que como tal orientaste y dirigiste la vida de tu privilegiada hija. A tu orden confió la Madre Inmaculada ese tesoro de santidad. Tú hiciste con ella de madre amorosa y de protección poderosa. En ti aprendió ella la devoción singular a la Concepción Inmaculada de la Madre de Dios. Tú la inspirabas y la ayudabas con tus inspiraciones en el difícil cargo de abadesa que tan ejemplarmente ejerció en el monasterio de Agreda. A ti se deben en gran parte la realización de los designios que la Virgen Inmaculada concibió para con esta gloria la más admirable de toda tu orden. Tú eres la fundadora y ella la doctora en el conocimiento y veneración del misterio de la Concepción Inmaculada de María. Todos te debemos bendecir por la obra maravillosa que llevaste a cabo en la vida de esta tu hija predilecta. Gracias a ti, madre y fundadora de la orden concepcionista. Y permite que también te formule con humildad y confianza mis peticiones. Otórgame a mi y a toda la Iglesia santa de Dios un espíritu firme de fe, esperanza y caridad; un amor grande a la Trinidad, a la Virgen, la Iglesia, el Papa y todos los sacerdotes y consagrados que forman esa Iglesia. Da a todos los fieles un poderoso impulso de santidad, y actúa con fuerza ante la divina Trinidad para que sea pronto glorificada esta tu hija, que será la más grande gloria de tu ya gloriosa familia concepcionista.
(Tres Glorias a la Trinidad, y Siete Avemarías a la Virgen).
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