Monasterio de la Inmaculada Concepción de Campo Maior-Portugal
Unidas a la familia de nuestra Santa Madre Beatriz
El monasterio de la Inmaculada Concepción de Campo Maior que habitamos desde el 10 de junio de 1942, fue mandado construir por el rey D. Pedro II, para los Franciscanos, por el año 1685, y es llamado el cuarto convento, por ser el cuarto edificio que los religiosos ocuparon en Campo Maior.
El primer convento, según consta en las crónicas, fue fundado en el año 1494, por Fray Jorge de Paiva y Fray Amador de Silva, de la ilustre familia de los Silva Telles y Meneses, que fueron ayudados en su construcción por el pueblo que generosamente los auxilió.
Pasados 22 años, por resultar este edificio muy pequeño para el número de religiosos que lo ocupaban, junto a éste, construyeron otro, que fue llamado el segundo convento.
De este Monasterio se constituyeron Patronos, Alfonso Telles de Meneses, hermano de nuestra Santa Madre Fundadora, y que era Alcalde de Campo Maior y Ouguela, y su esposa Dña. Isabel Ataide.
Como podemos ver, desde los tiempos más remotos, anda este nuestro Monasterio, ligado a la familia de nuestra Santa Madre Beatriz.
Los religiosos vivieron hasta 1645, en el segundo edificio, fecha en la que el Rey D. Juan IV, quiso construir las murallas para la defensa de la Villa de Campo Maior. Entregó el plano a Nicolau Langre, ingeniero protestante, y éste por parecerle así mejor, o por mala voluntad contra los religiosos, trazó el plano pasando las murallas por el lugar donde estaba el convento, teniendo éste que ser demolido.
Los religiosos tuvieron que salir y se vieron obligados a habitar en una de las dependencias del Castillo. Allí estuvieron 20 años entre los soldados; a éste le llamaron el tercer convento.
Después de grandes instancias, porque el estar en el Castillo y entre soldados, se les hacía la permanencia insoportable, el Rey comenzó a construirles este cuarto convento, al cual pasaron los religiosos en el año 1709. Todavía no estaba aun terminado, ya que la fecha de su finalización, según estaba escrito en las paredes del claustro, fue en el año 1738.
La Campana de la Torre
Entre algunos datos curiosos, hablaremos solamente de la campana grande que está en la torre, por ésta haber sido ofrecida para el segundo Monasterio por su Protector, el hermano de nuestra Santa Madre Fundadora, que la trajo de Túnez, de cuando hizo sus expediciones a tierras de infieles. Ha querido el Señor conservarla hasta nuestros días, y decimos que ha querido el Señor conservarla, porque cuando los religiosos estaban en el Castillo, por dos veces la campana cayó del campanario, rodando por entre piedras y no se rompió, por lo que todo el vecindario le tiene cariño y devoción; y nosotras la consideramos como una reliquia.
Se restaura la Orden de la Inmaculada Concepción en Portugal
Con la expulsión de las Ordenes Religiosas de Portugal en 1834, quedó nuestro Monasterio totalmente abandonado. Sin embargo, Dios, lo tenía destinado para las hijas de Santa Beatriz, que en una tarde caliente de verano llegaron para tomar posesión de él. Fue el día 10 de junio de 1942.
Vinieron de Villafranca del Bierzo (León) cinco religiosas, materialmente pobres, pero animadas del espíritu del Señor y de celo por la gloria de nuestra Madre Inmaculada.
Se sintieron gozosas al llegar a esta tierra que fue cuna de Santa Beatriz da Silva, y cuya presencia misteriosa parecía todavía llenar el ambiente.
¿Como surgió la idea? No lo podemos precisar bien. Diremos que nació de una conversación tenida en un recreo, conversación casual como tantas otras, pero que pasó a tener forma y se hizo realidad.
Era para las religiosas una verdadera ilusión y alegría pensar que iban a vivir en la tierra que había visto nacer a nuestra querida Madre Fundadora.
Al Sr. Arzobispo de Évora, Archidiócesis a la que pertenece la Villa de Campo Maior, le habían regalado el convento de los Franciscanos, cuya historia de construcción referimos más arriba, y que estaba abandonado hacia más de un siglo.
En todo el Alentejo, existía ya una grande devoción a nuestra Santa Madre Beatriz, cuya imagen se veneraba en una de las parroquias de Campo Maior desde su beatificación. Por eso, cuando las Concepcionistas de Villafranca del Bierzo, se informaron que en esta Villa existía un Monasterio abandonado, se dirigieron al Prelado exponiendo su deseo de llegar a efecto una Fundación y el Sr. Arzobispo lo aceptó con gozo.
Puesto en contacto el Sr. Arzobispo de Évora con el Sr. Obispo de Astorga, a cuya Diócesis pertenece Villafranca del Bierzo, y con el consentimiento de las mismas religiosas, se pidió autorización a Roma para la nueva Fundación en Portugal. Ésta fue expedida favorablemente en septiembre de 1941.
Desde esta fecha hasta junio del año siguiente, se llevaron a efecto los preparativos para la salida de las hermanas que iban a tomar parte en la Fundación.
Finalmente el 10 de junio de 1942, entraron definitivamente en Portugal para ocupar este Monasterio, que de Monasterio, puede decirse, sólo tenía el nombre, ya que era un verdadero montón de ruinas.
La única parte un poco habitable, era un pequeño departamento en la escalera de la torre, junto a las campanas. Allí tuvieron que estar durante varios meses. No obstante, era urgente comenzar las obras de reparación. ¿Y los medios necesarios, si la Comunidad se encontraba en la más extrema pobreza …? Las religiosas oran y esperan. Y el Señor que nunca se deja vencer en generosidad, las atiende favorablemente.
Las limosnas comenzaron a llegar tanto de Portugal como de España, y con ellas, dieron inicio a los trabajos de reconstrucción.
Como las limosnas llegaban lentamente, los trabajos caminaban despacio, y las religiosas comenzaban a perder el ánimo y propusieron volver para su Monasterio de origen. Dos de ellas, efectivamente se marcharon, pero otras siete, animadas del Espíritu del Señor se vinieron para Portugal.
Son ahora ya 10 religiosas. No obstante, la situación no mejora, y era necesario solucionarla. Las señoras de la Villa, con toda la generosidad, les proporcionaban todo lo necesario para su manutención y el Sr. Arzobispo de Évora las visitaba con frecuencia, trayéndoles también bienes materiales y animándolas con sus santas y paternales palabras llenas de fe y confianza.
Veinte años tardaron las obras de reconstrucción. Durante este tiempo, aunque no estuvieran las obras terminadas, empezaron a aparecer vocaciones, y la comunidad ya podía hacer su vida de completa normalidad en alabanza del Señor.
En el año 1963, año en que terminaron las obras, eran 20 hermanas, cuyo ideal era extender nuestra Orden en Portugal. A pesar de que en Portugal hubo, por lo menos, 10 Monasterios de Concepcionistas en los primordios de la Orden, que fueron extintos con la expulsión de las órdenes.
¿No era portuguesa Santa Beatriz? Y, si la Madre era de Portugal, aquí deberían residir sus hijas.
Se pensó entonces en hacer otra nueva fundación y el Señor la realizó de un modo inesperado.
El Sr. Obispo de Viseu vino a visitarnos, y como no tenía ningún Monasterio de clausura en su Diócesis, nos invitó para que fuéramos a fundar allí.
Efectivamente, salieron de este Monasterio el 31 de mayo de 1970, ocho religiosas que dieron inicio a esta fundación y con la ayuda del Señor, consiguieron la construcción del edificio material y espiritual en donde se cantarían las alabanzas de nuestra Madre Inmaculada.
Que nuestro Señor sea alabado por todo, y más por permitir que, cien años después de haber desaparecido nuestra Orden en Portugal, ella haya sido restaurada en este Monasterio de Campo Maior.
La Comunidad de Campo Maior hoy
Continúan existiendo jóvenes portuguesas que desean entregar sus vidas a Dios, desposándose con Jesucristo, nuestro redentor, en honor de la Concepción Inmaculada de María, siguiendo las huellas de Beatriz.
Actualmente, nuestra Comunidad esta formada por 15 hermanas: 11 profesas solemnes, 3 de votos temporales y 1 postulante, con edades comprendidas entre los 83 y 23 años. Es causa de una grande alegría ver que el espíritu de nuestra Madre Fundadora se perpetua en la vida de estas hermanas que tan generosamente se entregan, a través de la contemplación, del silencio, de la soledad, de la vida fraterna, a la causa del Reino, siendo testigos del absoluto de Dios en nuestro mundo relativista.
La Comunidad a fin de proveer al sustento de las hermanas y auxiliar a los más necesitados se dedica a la fabricación de formas, al bordado de estolas y otros trabajos monacales.
Y cada una de nosotras, que aquí estamos, no olvidamos el singular privilegio que el cielo nos concedió trayéndonos a esta bendita tierra, en la que, a veces nos parece respirar el aire embalsamado por el perfume de las virtudes de nuestra Santa Madre Beatriz, a quien sentimos palpitar tan de cerca que nos hace creer que vive entre nosotras.
Y en efecto, así es, pues con la llegada de las Concepcionistas a Campo Maior, fue la misma Santa Beatriz que, después de quinientos años, volvió de nuevo a su tierra.