Contexto Histórico
El contexto espacio temporal de la vida de Sor María de Ágreda coincide, fundamentalmente, con los reinados de Felipe III y Felipe IV, un período de crisis y decadencia. España vivió el siglo XVII bajo el signo de la despoblación y la crisis económica y social, convergiendo todo ello con el declive en la política internacional que relegó definitivamente a la Monarquía Hispánica. Los monarcas, débiles e incapaces, dejan el gobierno en manos de validos ambiciosos.
Los gobernantes del siglo XVII heredan una situación nada halagüeña. España se enfrenta a la revuelta de los Países Bajos y la lucha contra Francia e Inglaterra. Para hacer frente a todo, los monarcas cuentan con un país empobrecido, en crisis y una hacienda hipotecada.
El reinado de Felipe III (1598-1621) fue un intermedio en los grandes conflictos bélicos con los que finaliza el siglo XVI. Una tendencia pacifista dirigida por el duque de Lerma, valido del reino, impuesta por la crisis financiera. La paz con Francia se alcanza poco antes de la muerte de Felipe II; en 1604 Inglaterra firma también la paz; en 1609 se firma, con los Países Bajos, la Tregua de Ámberes que interrumpirá las hostilidades durante un período de doce años. Sin embargo la paz no sirvió para recuperarse de la crisis financiera. La necesidad de mantener ejércitos, los gastos de la diplomacia, la defensa del Mediterráneo y de las Indias, y una serie de conflictos en Italia, hicieron que los gastos militares no fuesen inferiores a los de los años de la guerra. La codicia del Duque de Lerma y sus partidarios llevó a un reparto de cargos, títulos y prebendas entre sus favoritos que agravó la situación del erario público.
Felipe IV accedía al trono en 1621, junto a él y hasta 1643 estaría su valido don Gaspar de Guzmán, conde duque de Olivares, la personalidad política más importante de la España del siglo XVII. Toda su política tuvo como objetivo conservar el prestigio de la monarquía y mantener los territorios frente a las agresiones de los países protestantes y de Francia, lo que inevitablemente traería la guerra; para ganarla eran necesarios todos los recursos de la corona y también el refuerzo de la monarquía frente a los privilegios sociales y los fueros de ciertos reinos y territorio, lo que le acarrearía la oposición de la alta nobleza y las sublevaciones de Cataluña y Portugal en 1640. En el exterior España se vio involucrada en la guerra de los Treinta Años y la guerra Hispano-Holandesa.
La política universalista de los Austrias tuvo repercusiones directas sobre muchos aspectos económicos y sociales. Los gobernantes debieron recurrir a todo tipo de medios para obtener dinero, tales como la alteración de la moneda, la venta de centenares de pueblos de realengo, la venta de cargos y el aumento de la presión fiscal. Mientras, descendían los ingresos de la corona, sobre todo las remesas de las Indias. El comercio con América sufrió una fuerte crisis, las actividades manufactureras y comerciales se paralizaron. Acompañados del derrumbe de la producción cerealista y un descalabro del sector ganadero, especialmente la ganadería trashumante de la Mesta.
Durante el siglo XVII se produjo un declive demográfico. La expulsión de los moriscos, decretada en 1609, la emigración a Indias, las pérdidas militares, debidas a las diversas contiendas, hambre y epidemias son los factores más destacados a la hora de explicar la depresión demográfica. Además actuaron otros factores tales como el descenso de la producción agraria, el declive industrial, los préstamos usurarios o la huida de los campesinos que se ven forzados a abandonar la tierra. Todo ello condujo a una despoblación de los campos y la marcha a las ciudades que pronto se llenaron de picaros, menesterosos, pobres y vagabundos.
La sociedad de la España del Siglo XVII estuvo marcada fuertemente por las desigualdades. Desigualdad jurídica entre los dos estamentos privilegiados (nobleza y clero), que gozaban de ventajas penales, fiscales, de reserva de cargos municipales, etc., frente al estado llano; desigualdad de fortunas y rentas, que iba desde la aristocracia de los grandes propietarios rentistas hasta los simple jornaleros y peones, pasando por múltiples situaciones intermedias, labradores acomodados, comerciantes o artesanos.
Ahora bien, ni las dificultades internas, ni la costosa política internacional impidieron el esplendor de la cultura española que sería imitada y admirada en toda Europa.