Semblanza histórica de nuestro Monasterio
Nuestra Comunidad pertenece a la Orden de la Inmaculada Concepción, somos conocidas también como Concepcionistas Franciscanas.
El monasterio original de la primera comunidad, fue fundado en la casa de los padres de la Venerable Sor Mª de Jesús el 13 de Enero de 1619, por la madre de Sor Ma de Jesús, Catalina Arana, su hermana Jerónima y la misma Sor Ma de Jesús, junto con tres religiosas del Convento de San Luis de Burgos, como se describe en la sección de la gran decisión familiar.
El monasterio en que actualmente vivimos se empezó a construir cuando sor Mª de Jesús fue nombrada Abadesa. Los que se dieron cuenta de esta fundación, declara el P. Fuenmayor, “religiosos y religiosas y seglares atribuyeron a cosa de milagro que una pobre religiosa descalza y tan destituida de medios humanos y económicos, emprendiese y concluyese en tan pocos años una fábrica tan grande como un convento é iglesia”…
En el tiempo que duró la obra que sólo fueron siete años, y en los que tuvieron lugar no pocos prodigios, «Concurrían algunos días a trabajar todos los de la villa, desde la Señora más delicada hasta el más noble anciano; y todos venían a porfía desde niños, mujeres y viejos…. Fue opinión que dos hombres que trabajaban con título de maestros de obras por todo el tiempo de la fábrica con mucho afán, desinterés y silencio, fueron ángeles, porque sin cobrar sus cantidades se desaparecieron sin más gasto que lo poco que comieron.”
Terminada esta maravillosa obra se fijó el día 10 de julio de 1633 para la traslación de las religiosas. “la Villa deseó hacer gran demostración de fiesta y regocijos en esta traslación…
Despacharon a los lugares de la Tierra y villas de Ólvega y Matalebreras, con mandamiento del Sr. Obispo y Corregidor, para que viniesen con las cruces y pendones en procesión, y dos hachas de cada lugar y danzas. Asimismo se pregonó que saliesen todos los oficios con las mayores invenciones de fiesta que pudiesen. Y que se sacasen todos los santos de las Cofradías que suelen salir en procesión; y que la Villa vaya con sus maceros, con ropas de damasco y gorras, y se les de velas blancas a todos.
Jueves a 7 de julio se sacaron del convento viejo y se llevaron al nuevo los huesos de las monjas difuntas, que fueron tres, entre ellas la Madre Vicaria Sor Catalina del Santísimo Sacramento, madre de la Abadesa Sor María de Jesús; y el cuerpo del Padre Fray Francisco Coronel, padre de la misma.
Sábado a 9 de julio bendijo la Iglesia nueva el Rvmo. P. Fr. Francisco Andrés de la Torre. Este día sábado vino el Sr. D. Baltasar Navarro de Arroyta, Obispo de Tarazona… Esta noche hubo hogueras en todas las casas, y luminarias; y en la de la Villa chirimías y mucha música…
El domingo a las 7 de la mañana principiaron a venir (al viejo convento) todos los lugares de tierra en procesión, y a las ocho y media ya habían acabado de llegar de todos los lugares. A las 9 salieron de las casa de la villa. Fue saliendo la procesión, delante las cajas y compañía suiza del oficio de la Pelairía, todos los pendones de tierra, las cruces de los lugares y luego las de esta Villa; frailes de San Francisco y San Agustín, capellanes y beneficiados y detrás de las cruces los santos de las Cofradías en sus andas. En medio de esta procesión iban las monjas de dos en dos, con sus velas blancas doradas, y escritos sus nombres en cada una principiando por las más modernas.
Hízose la procesión por la calle de los Caballeros, Puerta de Almazán al Castejón, y por el Almudí a la plaza, y por el Corral de los Toros a San Jerónimo, Casas de Diego de Castejón, y por la Puerta Ancha de San Miguel entro en el Mercadal para el convento nuevo; fueron entrando las monjas en su casa, y los demás en la Iglesia, y las cruces y pendones y santos en San Julián, porque no cabían en la Iglesia.
La Villa tuvo sus asientos a dos coros al lado del evangelio, y el cabildo y religiosos al lado de la epístola. Principió la misa el Sr. Obispo, hubo grande música de Tarazona y organos. Acabada la misa se volvió la Villa a sus casas del Ayuntamiento, con la compañía de soldados, cajas y chirimías y cada uno se fue a la suya.»
Generaciones de hermanas han mantenido en este monasterio viva la espiritualidad Concepcionista de la Orden, que vivió en plenitud la Venerable Madre Ágreda, no sin dificultades y penas históricas, como la ocurrida durante la Invasión Francesa en España.
El 24 de Noviembre de 1808 la tropas francesas saquearon las casas, los cuatro conventos que entonces existían en Ágreda, dos de religiosos, el de los Padres Franciscanos y el de los Padres agustinos, y otros dos de religiosas, el de las Madres agustinas y éste de Concepcionistas, robando toda clase de ropas y vasos sagrados, oro, plata, y otros caudales de crecida consideración.
Ante las amenazas de muerte a los religiosos y religiosas que de los mismos franceses se habían oído la noche del día 24, las hermanas acordaron oportunamente salir del convento en comunidad a las primeras horas del día 25 y con la esperanza puesta en Dios y en la protección de su Venerable Madre, marcharon al cercano pueblo de La Aldehuela, donde permanecieron algunos días.
Habiendo entrado en este convento los franceses, quebrantaron todas sus puertas, fracturaron las arcas y profanaron las imágenes sagradas, y llevándose numerosos objetos, también profanaron el sepulcro de la Venerable Madre Ágreda, rompieron violentamente las arcas que encerraban su cuerpo, dejando éste, gracias a Dios, sin ultraje alguno, en la misma forma en que lo habían encontrado.
Apenas salieron los franceses del convento, el Rvdo. P. Fr. Manuel Baños, Guardián de San Julián (que había permanecido oculto en la villa), acompañado por el Corregidor de la Villa, el Procurador síndico y otras personas entraron al convento para inspeccionar lo que había sucedido, habiendo visto todas las cerrajas quebrantadas y abiertas las urnas, pero el Venerable cuerpo sin detrimento ni alteración conocida, resolvieron clavar en el momento la puerta del sepulcro y cerrar debidamente todas las de la clausura, regresando las religiosas pocos días después.
Salvadas las vicisitudes históricas con la gracia de Dios, el amparo de la Inmaculada Virgen María y la intersección de la Venerable Madre Ágreda, este monasterio ha sido mantenido por generaciones de hermanas en buenas condiciones, tanto en sus cimientos materiales como de vida espiritual contemplativa, cumpliéndose el pasado 10 de Julio de 2008, 375 años de vida comunitaria en él.
El Señor llama y reparte sus dones para bien de la Iglesia y de la humanidad. Actualmente la comunidad está formada por 11 hermanas profesas solemnes y dos novicias, que siguiendo las huellas de Santa Beatriz de Silva, fundadora de nuestra Orden y de Sor Mª de Jesús, vivimos el carisma Concepcionista Franciscano, teniendo a María Inmaculada como Madre y Maestra de nuestra comunidad.